10 Kilómetros
- Última Plana
- 9 nov 2018
- 2 Min. de lectura
Por Sara Moget

Este sábado por la mañana, el despertador suena bastante temprano. Hoy mi hermano y yo corremos para los 10km de Palexpo, para la inauguración de les Automnales, una feria ginebrina en la que, comerciantes de todo tipo presentan sus mercancías.
Llegamos al edificio de Palexpo a las ocho y cuarto, lo que nos da tiempo a recuperar nuestro número de equipo y hacer un par de ejercicios para calentar el cuerpo antes de empezar a correr a las nueve. Algunos hacen como nosotros y otros toman el café y el cruasán ofrecidos amablemente por los organizadores del evento. El ambiente es acogedor. La salida de la carrera tiene lugar en un hangar, pero el recorrido se hace entre los puestos de la exposición. El público empieza a visitarla sobre las once y mientras corremos, los comerciantes empiezan a preparar sus puestos. Los corredores corren en equipo de dos personas. Uno da una vuelta de 1km y pasa un bastón a su compañero para que, a su turno, corra una vuelta de 1km. Cada corredor corre cinco vueltas, lo que significa que cada uno corre 5km y el equipo corre 10km.
Casi son las nueve, me pongo detrás de la línea amarilla de la salida. Algunos corredores están estresados, otros hablan de su semana y algunos otros piensan en qué será su carrera siguiente. Yo trato de respirar profundamente y de calentar aún un poco mis tobillos. El cronómetro que indica el tiempo que queda antes de que empiece la carrera parece avanzar cada vez más rápido. Tres, dos, uno … ¡pam! El disparo indica que podemos empezar. ¡A correr! Al principio, estamos todos apretados y nos empujamos, pero después de un rato, los mejores ya se distancian de los demás.
El calor que hace en el edificio de la exposición contrasta con el frío del hangar. Al principio me cuesta coger una buena respiración, pero rápidamente, consigo adaptarla. Después de más o menos 400m, tenemos que subir unas escaleras. Me cuesta, pero los estímulos de los comerciantes me motivan y me dan fuerzas. No miro atentamente los puestos, porque me tengo que concentrar en mi carrera, pero me parece divertido correr con un entorno tan atípico.
La primera vuelta llega a su fin. Antes de entrar en el hangar, corremos unos 200m fuera. ¡Ya me había olvidado del frío que hacía fuera! Cuando llego al hangar, mi familia grita mi nombre para animarme. Veo mi hermano con el brazo estirado y la mano abierta, listo para coger el bastón y empezar a correr. Tomo un vaso de agua y ya me preparo para las vueltas siguientes.
Cada vuelta se hace más dura, pero utilizo todas mis fuerzas para correr lo mejor que puedo. Estoy aliviada de empezar la quinta vuelta. Es la vuelta de los últimos esfuerzos. Cuando llego a los últimos metros, acelero lo más rápido que puedo. No pienso en nada, solo en mi hermano que me espera y con la fuerte intención de no decepcionarle. El también da todo lo que puede para esta última vuelta.
No hemos llegado los primeros – tampoco los últimos – pero lo importante para mí fue correr en equipo con mi hermano. Me parece bonita la idea de unir fuerzas para poder hacer algo que solos, no hubiéramos conseguido igual.






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